Todos conocemos frases famosas que se usan como sentencias inapelables, pero salvo especialistas, nadie sabe el origen de todas ellas. He seleccionado las frases de este tipo que tienen un origen en personajes históricos españoles (y algunas en personajes literarios), y las he ordenado alfabéticamente:
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“¡A mí la legión!”.
Grito de guerra de la Legión española, creada por José Millán-Astray (1879-1954) a imagen y semejanza de los antiguos tercios de Flandes y de la Legión Extranjera francesa durante la guerra contra Marruecos. Se escuchó por primera vez en 1927.
“Al enemigo que huye, puente de plata”.
Conviene facilitar la huida del enemigo para librarnos de él sin tener que combatir. Pertenece a Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán (1453-1515).
“Así se las ponían a Fernando VII”.
Los cortesanos de la camarilla del rey, cuando jugaban con él al billar le ponían las carambolas fáciles para hacerle creer que era un experto jugador y así tenerle contento.
“Con la Iglesia hemos topado”.
Extraída de El Quijote, muestra la dificultad de enfrentarse con un enemigo poderoso (en esa época, y extrapolable al que sea en cualquier otra situación).
“Donde una puerta se cierra, otra se abre”.
Extraída también de “El Quijote”. Es una versión del “no hay mal que por bien no venga”, o aprovechar las oportunidades que las malas circunstancias puedan traer.
“En la pelea, se conoce al soldado; sólo en la victoria, se conoce al caballero”.
Los políticos españoles de la primera mitad del siglo XX la tomaron prestada del gran dramaturgo Jacinto Benavente (1866 – 1954) para ilustrar las diferencias entre los que sólo ganan y los que, además, saben ganar.
“España es el único país que se acuesta monárquico y se levanta republicano”.
En la madrugada del 13 de abril de 1931, al día siguiente de celebrarse las elecciones municipales, el jefe del Gobierno de la Monarquía, el almirante Juan B. Aznar (1860-1933), proclamó la República ante los periodistas gracias a este titular antológico.
“Hacer las cuentas del Gran Capitán”.
Alude al esfuerzo y cantidad de soldados empleados por Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, en la conquista del reino de Nápoles en 1504.
“La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come”.
Archirrepetida idea de Francisco de Quevedo (1580-1645), tal vez por ser la envidia, ya desde el Siglo de Oro, el mal nacional y el más importante y común de los siete pecados capitales.
“Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre”.
Atribuida a Aixa, madre de Boabdil, el último rey nazarí de Granada, tras la conquista de la ciudad en 1492 por los cristianos.
“Los mismos perros con distinto collar”.
Frase de Fernando VII (1784 – 1833) al pasar revista a las tropas en 1823. Cuando los soldados se presentaron delante del rey, éste se sorprendió al ver que el nuevo ejército realista estaba formado por los mismos liberales que acababa de licenciar.
“Mandé mis barcos a luchar contra los ingleses, no contra los elementos”.
La Armada Invencible perdió más barcos por las tempestades que por la combatividad de los buques ingleses. Por eso, cuando la armada volvió maltrecha a España, Felipe II (1527-1598) justificó la derrota con esta frase en 1588.
“Más se perdió en Cuba y vinieron silbando”.
Quita hierro a los problemas y desgracias al compararlos con la guerra contra EE.UU. de 1898 en la que se perdió Cuba.
“Más vale morir con honra que vivir deshonrado”.
Frase de Hernán Cortés (1485-1547) que ha sido utilizada y transformada por muchos líderes políticos, destacando la del Ché Guevara (1928-1967): “Más vale morir de pie que vivir de rodillas”.
“Más vale tener honra sin barcos que barcos sin honra”.
Pronunciada en 1898 por el almirante Pascual Cervera y Topete (1839-1909) al perder la desigual batalla contra los navíos de EE.UU. en la guerra de Cuba.
“No pasarán”.
Lema de resistencia de las tropas republicanas frente a las tropas nacionalistas con el que se empapeló Madrid durante la Guerra Civil. Las tropas de Franco pasaron.
“No se ganó Zamora en una hora”.
No fue una hora sino siete meses los que estuvo la ciudad asediada por Sancho II de Castilla (1040-1072), que fue traicionado al final por Vellido Dolfos en el año 1072. La plaza volvió después a manos de la reina Urraca.
“¡Oh, Dios, qué buen vasallo si tuviera buen señor!”.
En el Cantar de Mío Cid (alrededor del año 1200) se recuerda cómo Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid (1043-1099), se enfrentó con el rey Alfonso por cuestiones personales. Cuando éste le desterró de Castilla, los suyos pronunciaron estas palabras.
“París bien vale una misa”.
En 1593, Felipe II, interesado en que el trono francés lo ocupara su hija Isabel, accedió a que Enrique III de Navarra, calvinista recalcitrante, se casara con ella y se convirtiera en rey de Francia siempre que renunciara al protestantismo y se volviera católico. Y Enrique accedió, contestando con esta frase.
“Por los cerros de Úbeda”.
Fernando III de Castilla, el Santo (1201-1252) esperaba a un hidalgo aliado suyo que iba a ayudarle con sus huestes a tomar la ciudad jienense. Éste, con pocas ganas de guerra, llegó tras la conquista del año 1233 diciendo que se había perdido por los cerros de la zona.
“Que salga el sol por Antequera”.
Se emplea para mostrar despreocupación por un asunto determinado. En la toma de Granada, en 1491, las tropas españolas la usaban como un equivalente a “que salga el sol por donde salga”. Desde donde se encontraban, el sol no salía nunca por Antequera, que está al oeste de Granada.
“Quien fue a Sevilla, perdió su silla”.
En el siglo XVI, el arzobispo de Sevilla intercambió por un tiempo su puesto con su sobrino, el arzobispo de Santiago, que era incapaz de dominar la ciudad gallega. Cuando quiso volver a su tierra, el sobrino se negó a cederle el sillón.
“¡Santiago y cierra España!”.
Dicho popular del s. VIII. Se dice que Santiago apóstol dirigió este grito de guerra a los cristianos en la batalla contra Abderramán II. Cerrar, en castellano antiguo, era embestir, atacar al enemigo.
“Se armó la de San Quintín”.
En esta batalla casi olvidada (1557), los tercios del ejército español entraron en Francia desde Flandes y aniquilaron a las huestes francesas, pero perdieron a la vez muchos hombres. De esa victoria pírrica nació esta conocida expresión.
“Tanto monta, monta tanto”.
Frase en el escudo de armas de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, los Reyes Católicos, cuando se casaron en 1469. La expresión se completa: “Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando”.
“¡Viva la Pepa!”.
Grito de los liberales ensalzando la Constitución de 1812, la primera de la Historia de España, aprobada el 19 de marzo (San José), después de que el ejército francés prohibiera vitorearla en público.
“¡Vivan las cadenas!”.
Se remonta a 1814 y pertenece al pueblo, que en oposición al “¡Viva la libertad!”, quiso expresar su adhesión al rey Fernando VII (1784-1833), cuando éste estableció el poder absoluto, a su vuelta del destierro.
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