domingo, 3 de abril de 2011

La verdad sobre el Área 51

Es la más famosa institución militar del mundo, pero oficialmente no existe. Si lo hiciera, el Área 51 estaría a unos 100 kilómetros de Las Vegas, en medio del desierto de Nevada, a mitad de camino entre una base de la Fuerza Aérea y una zona de ensayos nucleares. El mito dice que en ese lugar se realizaron durante años pruebas y ensayos sobre naves (y seres) extraterrestres pero la verdad es, como ocurre a menudo, mucho menos fantástica.

Todos hemos oído hablar del Área 51 y de cómo el gobierno norteamericano se dedica a realizar ingeniería inversa sobre uno o más platillos voladores recogidos luego de un accidente. Incluso se menciona que en ese lugar se almacenan los cadáveres de sus tripulantes. Y si crees todo lo que se publica por allí, quizás hasta puedas convencerte que en el Área 51 hay algunos alienígenas vivos. Gran parte de la culpa de todas estas chorradas la tiene el propio gobierno de EE.UU., que durante décadas no hizo nada por desmentir los alocados rumores.

Para muchos, ET está en un frigorífico del Área 51. Para muchos, ET está en un frigorífico del Área 51.

Lo cierto es que al Pentágono le convenía que esos rumores siguiesen circulando, a pesar de que con permitir una visita guiada por sus instalaciones el problema estaba solucionado. Pero, en lugar de aclarar las cosas, el gobierno de USA mantuvo el espacio aéreo sobre el lugar como “zona restringida”, no se podía circular por los caminos que llevaban al Área 51 y toda mención de la base en los documentos oficiales era automáticamente clasificada como “Secreto”. Todo esto convirtió el lugar en el Santo Grial de los teóricos de la conspiración, dando pie a las más descabelladas especulaciones. Los ufólogos se encargaron de explicar que el Pentágono mantenía en el lugar platillos voladores y seres extraterrestres almacenados en congeladores. La leyenda urbana incluye datos como que el Área 51 está conectada por túneles subterráneos –por los que circulan trenes- a otras instalaciones secretas distribuidas por todo el país. En 2001, Katie Couric, una periodista estadounidense que se hizo conocida como copresentadora del programa Today (NBC), le dijo a su audiencia que el 7% de los estadounidenses duda de que el aterrizaje en la Luna haya sido real, y que se trató de una puesta en escena montada en el desierto de Nevada. Millones de personas creen que, dentro de los edificios y hangares negados por el gobierno pero confirmados por Google Earth, se encuentra la mayor conspiración de la historia.

El principal sustento de todas esas historias es la falta de expedientes oficiales que explique qué es lo que realmente sucede allí. Sin embargo, cinco personas que conocen muy bien el Área 51 han roto el silencio y parece que finalmente conoceremos la verdad. El coronel Hugh "Slip" Slater, de 87 años, que fue comandante de la base en la década de 1960 es uno de ellos. Edward Lovick, de 90, quien pasó treinta años haciendo pruebas de radar sobre alguno de los más famosos aviones del mundo de aviones (incluidos los U-2, A-12 y F-117) también forma parte del grupo. Otro es Kenneth Collins, que tiene 80 veranos a cuestas y fue piloto de pruebas de la CIA que recibió la Estrella de Plata. Thornton "T.D." Barnes, de 72, un ingeniero a cargo de los proyectos de ingeniería del Área 51 y Harry Martin, de 77, encargado de administrar el suministro de combustible en la base, completan el grupo. Estos hombres, ya retirados, han comenzado a hablar de que se cocinaba realmente en la base secreta.

El gobierno niega su existencia. El gobierno niega su existencia.

El 24 de mayo de 1963, Kenneth Collins volaba fuera del espacio aéreo restringido del Área 51 en un avión espía secreto con el nombre clave de OXCART, construido por la Lockheed Aircraft Corporation. Estaba sobre Utah cuando la aeronave falló y tuvo que eyectarse sobre un campo de malezas. Collins recuerda ese día con claridad. “Tres muchachos vinieron hacia mí conduciendo una camioneta. Vieron el avión caído a mi espalda, y se ofrecieron a llevarme hasta él”. Hasta ese momento, y debido al alto secreto que rodeaba al aparato, ningún civil había puesto los ojos sobre el OXCART. “Les dije que no nos acercásemos a la aeronave, que tenía un arma nuclear a bordo.” La historia encajaba bien en el marco de la Guerra Fría, ya que muchas pruebas atómicas se llevaron a cabo en Nevada. La CIA se encargó de encubrir el accidente y, en los registros oficiales, se menciona que un avión F-105 de la Fuerza Aérea cayó en ese lugar.

La CIA también sometió a Collins al suero de la verdad, para ver si no había ocultado nada sobre los hechos relacionados con el accidente. Los muchachos de la camioneta fueron ubicados y obligados a firmar un acuerdo de confidencialidad sobre lo ocurrido. OXCART estaba a salvo. Durante ocho años la CIA había estado trabajando con aviones espía en el Área 51, con la expresa misión de proporcionar herramientas a los servicios de inteligencia para prevenir una guerra nuclear. El reconocimiento aéreo era una parte importante de esta labor preventiva y la base fue una de sus piedras fundamentales. “Pero no siempre se llamó Área 51", dice Edward Lovick, el físico que desarrolló la tecnología stealth. “Nos referíamos al lugar como Paradise Ranch (Rancho Paraíso), para convencer a los hombres que abandonaran a sus familias y fuesen a trabajar al lugar secreto”.

La CIA trabajó con aviones espía en el Área 51 La CIA trabajó con aviones espía en el Área 51

T.D. Barnes se caso a los 17 con Doris, de 16. Para llevar dinero a casa compraba aparatos de TV rotos, los reparaba y vendía a quienes no podían comprarse uno nuevo. Era muy bueno con la electrónica. Fue a la Guerra de Corea, y demostró sus habilidades con los aparatos de radar y la electrónica de los misiles. A los 30 años ya formaba parte de un selecto grupo que manejaba secretos nucleares de alto nivel. “La CIA tomaba un tío que se encontraba en la cumbre de cada campo, y lo llevaba al Área 51”, dice Barnes. “Como medida de seguridad, no podíamos revelar su nombre. Viajábamos en coches diferentes, y teníamos a disposición helicópteros y aeroplanos.” Al recordar esos años, T.D. asegura que eran el grupo más secreto desde el Manhattan Project, el encargado de desarrollar la primera bomba atómica.

En plena Guerra Fría, el secreto era fundamental. A la CIA le convenía que la gente imaginase las cosas más locas sobre Area 51, siempre que no se acercase a la verdad. El OXCART (o A-12), verdadero motivo de todo el secreto, fue un avión monoplaza que voló por primera vez en 1962. Se lo considera el precursor del interceptor YF-12 de la USAF y del avión de reconocimiento SR-71 Blackbird. El A-12 fue diseñado por Lockheed y fue elegido sobre una propuesta de Convair denominada KINGFISH. El programa, aunque fue exitoso, nunca entró en producción y el avión fue rediseñado para convertirse en el famoso SR-71 Blackbird. Aunque muy similar al A-12 original, el SR-71 era 1,5 metros más largo, tenía una carga útil de sensores más pesada y un segundo tripulante que manejaba el equipo de reconocimiento y las cámaras.

Se efectuaron casi 3000 vuelos de prueba sobre el desierto. Cuando alguien veía pasar uno de estos monstruos a velocidades de hasta MACH 3, casi siempre se convencía de haber visto una nave de otro planeta y la fantasía sobre el Área 51 se iba acrecentando. La CIA, por supuesto, estaba encantada de disponer de una cobertura como esa. Pero la Guerra Fría terminó, y un grupo de ancianos veteranos está comenzando, por fin, a revelar qué es lo que verdaderamente ocurría en ese lugar. Y, como ocurre muchas veces, la realidad es mucho menos excitante que el mito. Señoras y señores, ET no vive en Nevada. Y vaya paradoja: los fanáticos de las conspiraciones ayudaron al gobierno de USA a mantener en secreto lo que verdaderamente importaba. ¿Aprendieron la lección?

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